La saga de los "infectados" no se rinde. Probablemente la más fructifera serie de películas basada en un videojuego sigue ganando millones de dolares con cada estreno. Ya van por la cuarta y esta vez han utilizado el aliciente de las tres dimensiones para atraer al público amante de la acción y la ciencia ficción.
Alice (Milla Jovovich) sigue su lucha contra la pérfida compañía Umbrella, responsable de la expansión de una enfermedad que ha aniquilado a medio mundo y dejado al otro medio en un estado similar al de los zombies, hambrientos de carne humana y no muy lúcidos. Tras asaltar las instalaciones centrales de la compañía en Tokio y no lograr eliminar a su principal lider Albert Wesker, decide seguir la búsqueda de grupos de supervivientes humanos tras una pista dejada en una emisora radiofónica.
La nueva aventura de Resident Evil no supone un paso hacia delante ni hacia atrás en cuanto a la calidad de la saga se refiere. Sin duda la película que inició las aventuras cinematográficas de nuestra heroina en Resident Evil (2002) fue la más sugerente e interesante de las cuatro que ya han sido estrenadas. A partir de la segunda aventura el guión degeneró en un sinsentido que simplemente atraía al espectador por alguna que otra escena de acción, que por otro lado no eran nada novedosas ni especialmente espectaculares. Con estas premisas que se repitieron más o menos en las dos últimas películas no fui al cine con demasiadas esperanzas.
El resultado de Resident Evil: Ultratumba (2010) es una película en la que vuelve a repetirse una apabullante pobreza de guión. La historia no engancha ni por su originalidad ni por sus personajes. Vuelven a percibirse las mismas carencias, la misma falta de pretensiones que no vayan más allá de llenarnos los ojos, pero dejando fuera cualquier intento de crear algo mínimamente estimulante para la mente del espectador. Todo hay que decirlo, lo de llenar los ojos lo consigue Paul W.S. Anderson con acierto, haciendo uso de panorámicas, de asépticos y hermosos interiores arquitectónicos (véase el blanco impoluto de las entrañas del barco donde se rueda el climax final) y dándole un toque aún más poderoso haciendo un inteligente uso del 3D.
Dejando aparte esas caricias para la vista, lo demás...puro humo. Incluso la escena de lucha final nos deja un agridulce sabor de boca cuando Alice elimina a su adversario de una forma que podríamos definir como muy improbable.
Nota: 6